Capuccino.


En mis días de detective, nunca me había topado con un caso similar. Un caso que me llevó años resolver. A continuación, reproduciré partes de la investigación.

En la página 27, del legajo número 4 del caso, consta la declaración de la encargada de seguridad que estaba de oficio en el momento del incidente.
"Yo estaba charlando con Miguelito en mi puesto. Miguelito me estaba tirando un poco los perros en realidad, pero bueno, el tema es que estaba ahí y veo un tipo medio sospechoso al lado de la góndola de los Tic Tacs y eso. Me quedé mirándolo y me di cuenta de que llevaba como media hora parado ahí, con una cajita en la mano, y que no sé porqué, tenía dos nenitos al lado suyo. Dos nenitos que me parece que no eran nietos, ni hijos, ni ahijados ni nada de el tipo este."

El testimonio de un hombre que estaba en la cola en la caja de al lado arroja un poco más de luz sobre el asunto.
"El viejo estaba dale que dale con la cajita de Tic Tacs. Shic shic shic shic shic shic shic shic shic shic shic shic. Hacía como un sonido medio hipnotizante y se le acercaron dos pibitos. Como medio embobados los pibitos. Uno, de lo taradito que estaba, dejó lo que tenía en la mano y se agarró del viejo."

Pero el testimonio más esclarecedor fue el de un cajero joven y lleno de acné que vió más allá de los acontecimientos y fuera de micrófono me contó la verdad.
"El viejo era un pedófilo de aquéllos."

Caso cerrado.

Carne 2.


Antonio nació analfabeto y murió analfabeto. Su vida se vio signada por la imposibilidad de leer y escribir. Trató de aprender (nadie lo puede negar) pero nunca pudo lograrlo.
Su último intento fue el más trágico y recordado por todos los que lo conocían. Un día martes, decidió que de una vez por todas iba a aprender. Iba a aprender y por su cuenta (luego de varios sonoros fracasos ya no confiaba en los profesores). Ese martes, Antonio se vistió (estaba desvestido) y fue hacia el super de Donato Álvarez y Galicia, el más cercano a su casa. Entró con ímpetu y fue directo a la sección de libros que tantas veces había pasado de largo mirando de reojo con envidia (y rabia). Manoteó un libro y se fue para su casa después de un expeditivo paso por la caja.
Dicen los vecinos que en los días siguientes escucharon los insultos más groseros y violentos que jamás han escuchado (algunos vecinos eran bastante pacatos).
Nueve días después, un jueves lluvioso y gris, su hija Patricia fue a visitarlo y descubrió su cadáver tirado en el piso de la habitación y a su lado, extrañamente, una bandeja de carne (un poco podrida).

Yerba.


Uribarri: Adelante, Ramirez.
Rodriguez: Rodriguez.
Uribarri: Sí, Rodriguez, eso dije.
Rodriguez: No... pero bueno. Empiezo. Todos sabemos que el mercado cambió, que tenemos que adaptarnos. Por eso, el departamento de Marketing que encabezo estuvo desarrollando esta nueva estrategia que, creo, puede llegar a revolucionar el mercado. Hemos hecho estudios, investigaciones de mer...
Uribarri: Vaya al grano, Ramirez, no tenemos todo el día.
Rodriguez: ... Rodriguez.... Bueno, bueno, resumiendo, lo que estamos planteando es empezar con una campaña agresiva de re-branding, comunicación y distribución para vender la yerba como una golosina.
Uribarri: Ramirez, está despedido.
Rodriguez: Rodriguez.

Detergente.

Quizás el movimiento más vanguardista y revolucionario del siglo XXI sea el mini-vandalismo. No se conocen exactamente sus orígenes, pero se sabe que empezó en algún lugar de Buenos Aires, Argentina, con un grupo jóvenes que dedicaban sus horas en producir actos de rebeldía controlada. Sus adeptos nunca atentaban contra grandes multinacionales, ni provocaban grandes destrozos. Simplemente demostraban su inconformismo y su actitud audaz y artística en pequeña escala. Se cree que esta imagen que vemos es uno de los primeros casos registrados. Se trata de un acto que interpela la mente y la sociedad misma, donde los artistas colocan una botella chica de detergente Ala junto a las grandes y esperan que algún comprador desprevenido la tome sin darse cuenta del tamaño.

Librito.

- Mami, puedo llevar el libito?
- No, Juancito, dejalo.
- A mi me gutan los autitos...
- Si, ya se, pero ya llevamos muchas cosas, mi amor. Con el Barney que te compré tenés para divertirte toooodo el día.
- Pe-pe-pe-pero maaa....
- No, Juancito. Además, ya tenés 43 años, dejate de joder. Y ponete los pantalones.
- Ufa.

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