Frutillas.

Tío Carlos no se sentía bien. Estaba como ido, como en otro mundo. Yo tenía una relación especial con él, por eso lo noté y aproveché que tenía que ir al super para llevarlo y tratar de que se distraiga un poco. La reciente muerte de tía Marcela lo tenía mal y quizás lo que necesitaba era poner su mente en otra cosa.

Yo: Bueno, tío, no está tan mal. Ahora llegamos, comemos esas frutillas con crema y vemos Polémica en el bar o una de esas cosas que te gustan a vos.
Tío Carlos: Sí... lo que sea...
Yo: Tío, la extranás mucho, no?
Tío Carlos: Sí... la verdad que no puedo más, es terrible esto. No sé cuánto más voy a aguantar, son 3 años ya sin ella...
Yo: Pero la tía murió hace 6 meses.
Tío Carlos: ¿La tía? ¿Qué mierda me importa la tía? Yo hablo de la merluza.
Yo: ¿La merluza?
Tío Carlos: Sí, la milonga, la fafafa, la merca. La merca, pendejo, la merca.
Yo: ...
Tío Carlos: Pendejo! Pará, mirá!

Tío Carlos se separó bruscamente, tiró las frutillas por ahí y metió su cabeza en la góndola tirándose casi de palomita. Abrió las bolsas de un tirón y aunque sabía lo que era, esnifó todo el azúcar que pudo sin importarle, hasta que los de seguridad se lo llevaron.


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