Café.
Ariel era el último de su especie, y su especie estaba al borde de la extinción. Todo hacía presagiar que no duraría mucho más, que en cualquier momento no habría más como él.
El día que finalmente con él desapareció su raza fue triste para algunos, pero muy feliz para él, paradójicamente. Lo que para los dinosaurios fue un meteorito o el congelamiento, para Ariel fue un amigo. Un amigo que le mostró una página en Internet, donde a sólo un clic de distancia podía mirar horas y horas de gente haciendo el amor.
Así desapareció el último hombre que no conocía la pornografía en Internet, y al instante se fue al súper a comprar provisiones que lo mantuviesen despierto un largo rato.
Carne 3.
Pero lamentablemente, un día Emilio caminaba por un supermercado con una bandeja de costeleta en la mano mirando el precio, cuando una revelación lo sacudió. "Esto era una vaca. Esto es una parte de una vaca. Entonces quiere decir que esa vaca no fue a ninguna granja. Las granjas no existen."
Atontado pero con una calma inaudita, Emilio miró la costeleta y con lo último que le quedaba de inocencia, la puso a descansar donde debía.
Bananas.
"Va a ser un hippie" decía Madre cuando Padre malcriaba a Hijo. "Puto va a salir si lo seguís tratando como si fuera un bebé" respondía Padre. Hijo confundido generalmente salía corriendo cuando los escuchaba discutir y se metía en su habitación a escuchar música fuerte.
Madre y Padre peleaban y se insultaban a viva voz en el supermercado tratando de decidir qué era mejor para la merienda de Hijo, no sabiendo que a tres cuadras de allí, él ya había merendado 23 pastillas para dormir.
Cerealitas.
"Sobre gustos no hay nada escrito" dijo alguna vez alguien que nunca leyó nada en su vida, porque hay un montón de cosas escritas sobre gustos. Pero lo que sí es verdad es que hay muchos gustos extraños en el mundo. Yo, por ejemplo, cuando niño, mojaba las papas fritas en Coca Cola, y de grande soy normal. Hay gente que combina queso y dulce de batata y nos quiere hacer creer que es un postre, cuando todos sabemos que no está ni cerca (haciendo un paréntesis literal, un postre debe ser dulce en su totalidad, además de blando y "mojado").
Pero ateniéndonos a lo que nos concierne hoy, analizaremos el caso de Obdulio Gauzisky, un colorado de zona sur que era conocido por ser bastante peculiar. Obdulio era raro, pero no quería serlo. Quería que todos fueran como él para sentirse uno más. Y si eso implicaba imponerle al mundo sus gustos, que así fuera.
Obdulio solía vagar por las calles de la zona tratando de convencer a los transeúntes que sigan sus consejos culinarios. Paraba personas al azar y las invitaba a degustar salchichas crudas con mermelada de frambuesa, atún con dentífrico y bujías a la provenzal, por ejemplo.
Su siguiente paso fue entrometerse en los mercados y presentar al público los productos que él consideraba delicias preparados directamente en la góndola. Así fue como los consumidores se encontraron muchas veces con combinaciones para nada coherentes.
Obdulio incluso había pensado los nombres de sus creaciones. Entre sus platos favoritos se encontraban: la "Esponja de baño al horno con papas", las "Finas lonjas de cerámico salteadas con delicioso dulce de leche" y el "Universo paralelo", que nunca se supo bien en qué consistía.
Obdulio terminó preso por sus acciones invasivas y antes de morir en la silla eléctrica, disfrutó su última cena, una sabrosa milanesa con puré.
Agua.
Melón.
Mate.
Mousse.
Carne y Coca Light.
Jugo.
Un día, el hombre que no ve más allá, visitó un supermercado de Palermo y vió dos sobres de jugo junto a la lavandina. No se le ocurrió pensar que alguien podría haberlos puesto por error, ni que alguien podría haberse arrepentido de llevarlos, ni que alguien los puso a propósito para tomarles una foto. No se le ocurrió nada y eso fue lo que mató al hombre que no ve más allá.
Lustramuebles.
Azúcar.
Frutillas.
Galletitas.
Naranjas.
Capuccino.
Carne 2.
Yerba.
Detergente.
Librito.
Carne.
Alfajores.
Medialunas.
Choclo y Lentejas.
Autito.
Espinaca.
Lucas: (susurrando) Tomá, tomá, tené esto.
Pablo: ¿Una bolsa de espinaca? ¿Para qué me das esto?
Lucas: Shhh... disimulá, hacé como que la estás revisando. No, no, no me mires a mí, mirá la bolsa.
Pablo: (sorprendido) ¿Qué tiene? No sé qué querés que haga.
Lucas: (mirando para los costados) Tengo un plan.
Pablo: ¿Un plan? ¿Qué plan?
Lucas: Está todo pensado, quedate tranquilo vos. Llevo meses planeando todo. Vos quedate ahí y hace como que no pasa nada.
Pablo: (enojado) Y si no pasa nada, estoy como un tarado con una bolsa de verdura enfrente de la alarma de incendios.
Lucas: ¡Ahora! ¡Corré!. (aprieta la alarma y sale corriendo)
(se escucha la alarma) RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNGGGG!!!!!
Pablo: (resignado, en voz baja) Qué pelotudo que es.
Papitas.
Una vez más, el hombre se enfrenta a la pregunta que lo ha desvelado por años y años. Una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. Una pregunta que ha desatado los debates más grandes de los tiempos modernos. Una pregunta que surge casi diariamente en el corazón y la mente de todos los seres pensantes. Y esa pregunta vuelve a repetirse hoy una vez más: ¿dulce o salado?
Azúcar y Nesquik.
De vez en cuando, cuando no hay nadie vigilando, el “Conejo” y Ledesma se hacen una escapada a lo del “Gaucho”. Hablan un rato, se distienden. El “Gaucho” se cuenta alguna que otra anécdota de sus días en el campo y el “conejo” y Ledesma escuchan con atención. Inevitablemente, en la charla, casi siempre, sale el tema del futuro. A los tres los asusta mucho el porvenir. Por eso aprovechan ahora. Saben muy bien que algún día se van a separar, cada uno seguirá su camino y nunca volverán a verse.
Royal Cif Ala.
C.A.: No. Sin mis Tostadas Sin Sal Agregada no voy a ninguna parte.
B: Pero Carlos Alberto, no nos alcanza.
C.A.: De aquí no me moveré hasta que llevemos mis 7 paquetes de Tostadas Sin Sal Agregada.
B: Pero... tendremos que dejar cosas en el camino.
C.A: Deja lo que tengas que dejar.
B: Maldito seas Carlos Alberto. Maldito seas tú y tus Tostadas Sin Sal Agregada.
Pincel.
De repente, Josefina notó que algo raro pasaba. No todo era calma ese domingo. Lo que parecía una tranquila salida dominguera se vio de pronto interrumpida por la sorpresa que la invadió. Luego de unos momentos de estupor, pudo pronunciar unas pocas palabras. “¿Quién carajo puso este pincelito en el chango?"